lunes, 24 de junio de 2013

Lecturas erradas sobre el agua en Chile


Lecturas erradas sobre el agua en Chile

Desde hace un mes se ha producido un intenso debate sobre la situación del agua en Chile luego de la caótica situación vivida por varias familias chilenas, producto de los repentinos cortes de suministro de que fueron objeto. Paradójicamente este fenómeno no sólo se produjo en la Región Metropolitana, sino que zonas como Charañal o Antofagasta (solo por nombrar algunas) vivieron el mismo proceso a manos de sanitarias privadas, sumándose a graves denuncias de contaminación del vital elemento, como lo ocurrido en Iquique. Para el caso de la capital, probablemente la situación más delicada esté asociada a la construcción de la central hidroeléctrica Alto Maipo, que según sus detractores, podría provocar una escasez de tan importante elemento para varias comunas, aún cuando desde Aguas Andinas se manifieste todo lo contrario.

Es por ello que con bastante fuerza se está levantando la opción de la renacionalización del agua desde el movimiento social, en clara oposición al sentido de mercancía que desde los gobiernos de la Concertación se le introdujo, aunque esto se haya olvidado. Como ejemplo de incoherencia, el actual presidente de las sanitarias, Guillermo Pickering, es activo militante de la Democracia Cristiana (DC), cuyo partido ha tenido una conducta más bien gelatinosa en este sentido, y que ha hecho una defensa ortodoxa al rol de los privados en un área tan sensible para nuestro país. Debemos recordar que este proceso se ejecutó durante los mandatos de los presidentes Eduardo Frei (DC) y Ricardo Lagos (PPD) bajo la excusa de que harían mejor las cosas. Al parecer, y luego de los últimos acontecimientos relacionados con las sanitarias, no era tal como lo presentaron.

De todas formas algo positivo se rescata de este paisaje enmarañado, y tiene que ver con los cuestionamientos de si es conveniente o no que los capitales extranjeros continúen con elmanejo de las sanitarias. Empero lo preocupante es que estas voces provengan de los mismos que callaron el anterior proceso. Personalmente me ha tocado formar parte de un movimiento social en defensa de la única sanitaria municipal que queda en Chile, Smapa Maipú, y nos parece preocupante que hoy su alcalde, Cristian Vittori, haga mención a este tema, siendo que fue parte del proceso de endeudamiento y privatización que vive esta sanitaria con su absoluta complacencia. Comparto su preocupación por el sistema privatista y mercantilista que impera en el agua, pero sería prudente comenzar trasparentando desde su municipalidad los contratos que Smapa mantiene con Aguas Andinas para creer en su discurso. En lo que no estoy de acuerdo de ninguna manera es en la forma en cómo hay que proceder, pues sugiere que hay que reformar el status constitucional del agua, a lo que yo le pregunto ¿no sería mejor apoyar un proceso constituyente que declare constitucionalmente al agua como un derecho humano irrenunciable para todos los chilenos? Me parece que esta es la mejor forma, pues se está demostrando que los mecanismos reformistas no han sido la solución que Chile necesitaba.

No está de más en insistir en que nuestro país ha dejado en manos extranjeras un elemento vital para el ser humano, y que las enormes ganancias que el agua le ha reportado a las transnacionales, servirían perfectamente para dar educación gratuita para todos, aumentar la cantidad y calidad de las viviendas sociales y por cierto, mejorar la salud pública de los vecinos. Pero mientras sigamos viendo al Estado como un impedimento y al mercado como el gran salvador, este y otros temas, seguirán sin resolver.

sábado, 5 de enero de 2013

Sr. Presidente, con todo respeto



Sr. Presidente de la República de Chile, don Sebastián Piñera Echeñique, me dirijo a vuestra persona con el afán de hacerle llegar mis preocupaciones sobre la constante criminalización de mi pueblo mapuche. Digo mi pueblo, pues por mis venas corre sangre Pehuenche herencia de mis ancestros, que con orgullo y valentía pienso transmitir a mis futuras generaciones. Me he tomado la molestia de escribirle estas líneas, porque siento que lo que está ocurriendo en la región de La Araucanía sobrepasa todos los sentimientos que un pueblo como el nuestro pudiera soportar. Con preocupación, eso sí, he visto que algunos parlamentarios reducen el foco de la atención a ciertos episodios que les conviene advertir, desconociendo la historia de sacrificio, violencia y persecución que nuestro pueblo mapuche ha debido enfrentar. No es un tema que pueda circunscribirse a la quema de maquinarias, el amedrentamiento a agricultores o a la muerte de la familia Luchsinger McKay, sino que son años y años de constante humillación que comenzaron con la invasión del imperio español. Por tanto, la carga simbólica que reviste la reivindicación ancestral de mi pueblo debe ser entendida en su justa dimensión, pero agregando la cosmovisión que encierra su histórica tradición, pero que lentamente está siendo borrada por las autoridades nacionales.

Noto en sus declaraciones mucho revanchismo hacia el pueblo mapuche, al punto de comprender que en su mensaje estamos en presencia de una neo-pacificación de La Araucanía como la ocurrida durante la segunda mitad del siglo XIX, pero sin dimensionar los resultados que ésta pueda aparejar. ¿Es posible calificar al mapuche como “terrorista” cuando su presencia en esta tierra tiene más años que el propio término que se le aplica? ¿O es que ese etnocentrismo barato con el cual se nos ha querido engalanar, ha terminado por erosionar las raíces de tan bello pueblo? Temo que sí, que en el fondo se busca extirpar del imaginario colectivo el que gran parte de Chile tenga genes mapuches, como si esto fuera un gran pecado original propio del conservadurismo criollo. 

Me habría gustado haber visto en su mensaje una disposición al diálogo, al reconocimiento de nuestro pueblo (y de otros, por cierto) y menos odio de quien detenta un cargo tan importante como el suyo, pero comprendo a su vez, que cargar con enorme responsabilidad no debe ser sencillo. Lo quiero transportar en el tiempo, porque esta carta no sólo es para hacerlo reflexionar de que no queremos más muertos en La Araucanía, que la vida de un colono no es superior a la de cualquiera de nosotros, que la preocupación demandada por la lamentable muerte de la familia Luchsinger McKay no lo debe empujar a desarrollar una “cacería” sin control de algún lonko o machi, sino que debiera invitarlo a solucionar tan prolongado conflicto. Pero además comentarle que desde nuestro lado también tenemos muertos en democracia. Como no recordar a Daniel Menco asesinado a los 23 años bajo el gobierno de Eduardo Frei en el norte de Chile, o a Alex Lemún que con tan solo 17 años acabaron con su vida de un disparo en la cabeza bajo el mandato de Ricardo Lagos. Como no recordar la desaparición de José Huenante de 16 años de quien hasta la fecha no se tiene información de su paradero y que bajo el gobierno de Lagos nada se hizo por esclarecer su situación. 

Me viene a la mente Juan Collihuín de 71 años y gran defensor de la causa mapuche, quien bajo el mandato de la ex Presidenta Bachelet recibió varios tiros en su cuerpo, pero cuya acción a pocos les importó. El caso más recordado es el de Matías Catrileo de 22 años quien en 2008 y que, nuevamente bajo el mandato de Bachelet,  fuera asesinado con dos tiros por la espalda y cuyo autor goza de absoluta impunidad. En el 2008 también vio acabar su vida Johnny Cariqueo en Pudahuel con tan solo 23 años, y que si hubiese tenido una asistencia médica en el momento, se habría mantenido con vida. En el año 2009 Sr. Presidente fue asesinado Jaime Mendoza Collío de 24 años, y que luego de exámenes forenses se descubrió que recibió un disparo por la espalda, derrumbado la tesis de la policía que argumentó que las balas fueron en legítima defensa, cuestión que nunca ocurrió. 

Como puede leer Sr. Presidente, nuestro pueblo ha sufrido mucho y requiere imperiosamente que se apliquen políticas de Estado con altura de miras, pues no podemos seguir aceptando que tengamos más muertos por luchas ancestrales. No quiero que interprete que esta carta tiene una lógica del “empate” por lo acontecido hace unos días en Vilcún. Por el contrario, solo busco hacerlo meditar que la aplicación de la ley antiterrorista- esa que bajos los gobiernos de la concertación fue usada con abuso y sin remordimiento- es un completo error si lo que busca es solución. Por esta situación, en estos momentos  tenemos presos políticos mapuches y peñis en huelga de hambre reclamando sus derechos; niños baleados con extrema dureza en los constantes allanamientos a las comunidades mapuches, situación insostenible y  que hace necesaria la implementación de medidas en línea política y no simplemente represivas. 

Quizás estas palabras expresadas a través de esta carta no lleguen a su destino final o generen revuelo mediático, pero tenga presente que al menos hay alguien al que le preocupa lo que está pasando con nuestro pueblo mapuche, etnia que de todas formas merece respeto y consideración. Entiendo que a la oligarquía no le parezca prudente otorgarle el reconocimiento que se merece, pero me siento con el deber moral de transmitírselo en esta ocasión,  aún cuando esto le incomode. Es de esperar que de todos lados comencemos a presionar para que más temprano que tarde, el pueblo mapuche logre convivir en paz y sin temor de ser perseguido por su color de piel, por apellido o por cualquier circunstancia.


Fraternalmente
Máximo Quitral
Académico